Comentario
El último, y más extenso, de los reinos históricos del África central es el de Lunda.
Cuenta la tradición que esta monarquía tuvo su origen entre los luba, puesto que fue un príncipe de esta etnia, Chibunda Ilunga, quien puso sus fundamentos en el siglo XVII. Según se nos dice, incluso el arte y los símbolos oficiales fueron importados del gran reino oriental. Pero, poco a poco, la parte occidental del nuevo estado iría tomando la iniciativa, sustentada por el poderoso pueblo chokwe, y tanto fue así que, a lo largo del siglo XIX, esta etnia se adueñó del poder en el conjunto del reino, y ella sería quien tuviese que enfrentarse al colonialismo belga hasta caer bajo su presión.
En la práctica, todas las obras artísticas que nos han llegado del reino Lunda corresponden a su última fase, y por tanto han de ser atribuidas a la creatividad de los chokwe, forjada a través de contactos con todos los pueblos vecinos, incluso los portugueses instalados en la costa aportaron ciertas notas iconográficas, como la afición por las sillas de respaldo y por los mosquetones, que a menudo sustituyen a las lanzas en las figuras de guerreros.
Esculturas así armadas son precisamente las primeras obras chokwe que conozcamos: algunas pueden remontarse a mediados del siglo XIX, y suelen representar a Chibunda Ilunga o a otros héroes históricos, siempre con formas lisas y bien pulidas, aunque mucho más enérgicas que las de los luba. Hoy, sin embargo, este arte ha pasado a la historia: una vez acabada la vieja monarquía, la creatividad de este pueblo ha vuelto a centrarse en las máscaras, en las que es consumado maestro: como los pende, los chokwe conocen sistemas de representación teatral, y sus actores, disfrazados y enmascarados con trajes y caracteres fijos, como en la commedia dell'arte italiana, divierten al público de las aldeas; esas máscaras se revelan, paradójicamente, muy superiores en calidad a las empleadas en rituales religiosos, que a menudo son simples obras de cestería pintadas.
A medida que nos alejamos de las actuales fronteras meridionales del Zaire, la actividad artística de los pueblos bantúes parece empobrecerse de forma radical. En Angola, los chokwe carecen de vecinos creativos al sur de sus territorios; en Zambia, lo único que cabe apreciar es la adopción de ciertas máscaras chokwe -del tipo más pobre, por cierto- por parte de etnias locales, y, más al este, sólo los makonde, en la costa fronteriza entre Tanzania y Mozambique, merecen una digna mención por sus máscaras realistas, que a veces parecen verdaderos retratos. Si siguiésemos más hacia el sur, la situación se nos mostraría desoladora: los zulúes sólo nos han proporcionado unas curiosas esculturas de rasgos esquemáticos, aunque a veces muy sugerentes, y el arte de Madagascar, por razones históricas y étnicas, se halla más cerca de la India que de la propia África.